El principio fundamental del coaching es confiar en que el cliente, sea un equipo o un individuo, tiene los recursos para encontrar sus propias soluciones. El papel del coach es crear un espacio diferente donde los cambios de conducta sean posibles, acompañar al cliente en ese viaje y conseguir resultados excepcionales.

Ed Yourdon / Foter.com / CC BY-SA

Recientemente he escuchado a varios educadores hablar del mal clima laboral que viven en sus centros educativos y de los problemas organizativos que merman la calidad de la enseñanza y que afectan a la satisfacción laboral: reuniones ineficaces y de duración excesiva, arbitrariedad en el reparto de la carga laboral, visión individualista y parcial de los objetivos educativos.

El trabajo de un coach en este contexto, como en cualquier otra organización, consiste en ayudar a los equipos a que se comprometan, a que desarrollen su potencial y su autonomía y a que mejoren sus resultados de manera colectiva.
Para ello el coach tan sólo necesita trabajar con todo el equipo, incluyendo al director. Los coaches sistémicos estamos especialmente adiestrados para tomar conciencia del sistema que tenemos delante y de las interacciones que se producen en el seno de los equipos.

Para nosotros una reunión de trabajo, junto con alguna reunión específica de algunas herramientas de coaching, puede ser un escenario perfecto para conocer el “adn” de ese equipo y, lo que es más, son un entorno perfecto para que los docentes tomen conciencia de sus recursos y movilicen la energía hacia los objetivos colectivos. Como este aprendizaje es completamente vivencial, ellos podrán a la vez utilizar lo que han experimentado en sus propias aulas, con sus alumnos.

Por favor, si te ha gustado el contenido de este post, compártelo. ¡Gracias!